Crónicas de un miércoles cualquiera XLV…O del cuento de una yupie en Paris…

Érase una vez una pequeña princesita que quería ser yupie. 

Nos vamos a saltar lo del torreón y lo del rollo de estarse uno siempre encerrado temiendo lo que hay fuera y esperando a que un señor a caballo nos saque de allí. Es una ñoñez y nuestra pequeña princesita sabe que quien quiere peces tiene que mojarse el culo. Rebobino, pues, para adelante.

Resulta que la niña se ha hecho mayor, pero ni por asomo, todo lo mayor que se le supone con su edad, sigue siendo una lela. Que les digo yo que no tiene la menor idea de qué va la vida. Ah, pero la inconsciencia a veces es buena …

Se la ve trabajando una tarde – más bien noche -de viernes en las estáticas oficinas de la que es su secta, digo empresa, desde hace un mes. Le acompaña una simpática compañera que, estamos seguros, hace un esfuerzo ímprobo por no atizarle un puñetazo.

– Que yo me voy a casa. Que ya lo termino allí.

– Mary – respirando hondo – tú no sabes usar este programa. Hacemos la presentación, te enseño y te vas.

– Que me quiero ir.

– Mary. Cállate.

Nuestra pequeña princesa es presa de un bloqueo supremo. El sueño y la intensa luz de los halógenos le han paralizado las neuronas. Puede que también tenga algo que ver eso de que le han dado un proyecto internacional y que no tiene pajolera idea de lo que está haciendo. Ella sólo quiere irse a casa. La simpática compañera, lejos de darle un puñetazo aguanta a su lado hasta las 11.

Pero esto no sería un buen cuento sin un conflicto, sin un camino y sin un malo….

BEEP! Un correo. La jefa: “Querida, malas noticias. El lunes presentas tú sola en París”. La princesita sufre un síncope. De repente se ha hecho hormiga y hasta la silla que tiene delante le parece gigante. ¿Cómo va a derrotar ella sola a un ejército de orcos? – Me perdonen la comparación sus queridos colegas -.

 – Sí hombre – Ríe histérica – Que esto es broma y va a venir… A que sí ¡No me estarás diciendo que de verdad no va a venir! ¡¿Cómo voy a presentar yo esto a todos los jefazos?! ¿¡Estás loca o qué te pasa!? – La minúscula princesa agarra por el cuello de la camisa a Simpática Compañera 1 que está aterrorizada y trata de calmarla acariciándole la cabeza.

Simpáticos compañeros 1,2, 3 y hasta 15 le envían mensajes de apoyo. Le jalean para que se crezca pero la princesita se ha hecho tan chiquita que tiene que abrirse paso entre los pies de la gente y los coches. Cruzar la calle le cuesta día y medio. ¡Se pregunta angustiada  cómo va a poder presentar el proyecto si los orcos ni siquiera la van a ver! Es tan pequeña…

De pronto es domingo y Simpáticos Compañeros 2 y 3 se ofrecen a desayunar para que la minúscula princesa ensaye su presentación. Es entonces cuando la magia se produce. Desde ese instante es como si nuestra pequeña hubiera cruzado al otro lado del espejo, ese punto de no retorno en el que el miedo ya no pesa. En verdad, en El Reino se sospecha que Simpáticos Compañeros 2 y 3  la drogaron con una poderosa pócima mágica que quita el miedo. Se dice  que Los Simpáticos Compañeros son un clan de hados madrinos, de esos con varita y alas, y que son los únicos que poseen el secreto de una magia antigua que hace crecer y ser valiente a quien la toma.

Drogada y crecida sube al avión. Es tan grande que casi no cabe por la puerta. Nuestra niña, pone cara de yupie, coge una maleta de esas pequeñas y camina por el aeropuerto haciendo mucho ruido al pisar. Unos tipos tratan de confundirla nada más aterrizar en suelo Francés:

–  Hahaha, lè telephoneeee se lo dejaduu en el aviuuun.

– Qué va,  lo tengo aquí, gracias. ¿Dónde cojo un taxi?

– Mi habitación aquiiií queguiiiida.

– No, no, habitación nada majo. Taxi.

– Ah oui oui, tudu guecto pallá.

Llega a lomos de un taxi hasta el restaurante que se encuentra a los pies de a Tour Eiffel. Tras  de sí viene un enorme grupo de gente.  Aunque está segura de que se trata de su ejército de Orcos le da vergüenza darse la vuelta, y decide continuar hasta dentro y asaltarles en la puerta.

– ¿Sois de los míos?

– Ehh… Si. Si soy.

– Aaah , hola enchantee! enchantee!

Seguidos vienen todos los demás.  La pequeña se ve obligada a sostener la puerta e ir saludando uno a uno como si el garito fuera suyo.  Les da la mano y les beso todo junto. Es todo como un poco incómodo pero ella está tan grande que hasta el Presi se le queda chiquitito.  

– Oiga, oiga señor Presidente, déjeme que le diga que LOS ESPAÑOLES NO DORMIMOS LA SIESTA, LEÑE, que ya está bien.

Presidente y jefazos varios se miran y nuestra princesa continúa exaltada:

– Pues yo el gazpacho este lo encuentro riquísimo. ¿Qué dice que lleva? ¿Helado? Oh, fantástico, fantástico. Bueeeno pues riquísimo todo- dice mientras se frota la barriga satisfecha.

Nuestra Ladydi se pone tres despertadores para la mañana siguiente. El poderoso hechizo de los Simpáticos Compañeros quita el miedo pero no el sueño.

Es el día, se levanta a las 6. Su plan es ducharse, y bajar a tomar un café para despejarse antes del desayuno con el jefazo supremo.

En la ducha hay tres botones: agua fría, agua caliente y uno que abre y cierra desagüe. Tira aprieta y empuja todo lo que ve, hasta que desiste y se da una ducha a grifo. Siempre le dio asquete poner el culo en la bañera de los hotelesCon tanto lío le dan las 7:30 y por miedo a que el fulano le pille desayunando sin él, se baja y abre el Herald Tribune como si lo hiciera todos los días. Eso es lo que haría una verdadera yupie.

Aparece uno de los jefazos, y se sienta junto a ella a leer otro periódico.

Nuestra princesa desconoce las costumbres sociales de leer el periódico junto a jefazos así que se decide por comentar lo que está ocurriendo en Ucrania. Su amplio conocimiento sólo le da para decir: ”Is terribol , is terribol”.

Total que cuando baja el Jefazo lleva media hora en la misma página del Herald Tribune. Desayunando utiliza sus técnicas de persuasión para convencerle de que su plan es el mejor. La pócima de sus coleguitas sigue haciendo efecto porque no le tiemblan ni las pestañas. Ni durante el desayuno, ni durante la presentación de dos horas hablando. Hablando alto y rápido, sí, pero presentando un proyecto como una SEÑORA YUPIE a un montón de jefazos.

Pues eso, que el truco para enfrentarse a algo que no se sabe hacer, algo que resulta enorme y sobre lo que no se tiene ni la más remota idea, es fingir que se es alguien que sabe lo que hace y actuar como aquél lo haría.  Sí sí, han leído bien… No se trata de  fingir que se sabe hacer, sino de imaginar qué es lo que haría alguien que si sabe y actuar como él lo haría.

Funciona, pruébenlo.

Eso y tener unos Simpáticos Compañeros Mágicos que son LO MÁS. 

princFoto:liladipasqua.blogspot.com

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2 respuestas a Crónicas de un miércoles cualquiera XLV…O del cuento de una yupie en Paris…

  1. Alicia dijo:

    Sólo 3 despertadores?!! Enhorabuena!!!!! 😄😄😄

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