La definición del tiempo

Dicen que según la velocidad a la que nos movemos, el tiempo es capaz de cambiar, ir más lento. Eso lo descubrieron los científicos hace un siglo. Eso lo comprobamos hoy. El Junco cumple ocho años.

Para el que no lo sepa, El Junco es una sala sita en Alonso Martínez que ya fue un lugar de reunión en los ochenta. En un artículo en el País, el periodista y escritor Julio Llamazares (ídolo de un servidor), citó esta sala al describir la sociedad del momento “junto con el pub Santa Bárbara y El Junco, primero, y El Capote y El Sol, después, fue un punto de referencia para una generación -o, mejor, para una parte de ésta- que se pasó las noches de los ochenta fumando y tomando copas mientras el resto se preocupaba de escalar posiciones políticas y/o económicas en los escalafones de la España socialista”.

Y sin embargo El Junco cerró, cambió de nombre, volvió a abrir. Y hoy se cumplen ocho años desde aquel mes de noviembre en el que volviera como en sus mejores inicios. Dicen que según a la velocidad a la que nos movemos, el tiempo es capaz de cambiar, ir más lento. Desde su reapertura sus barras, licores y paredes han sido testigos del mejor jazz, funky, soul, música brasileña, latina y un sinfín de estilos musicales para todos los gustos. Y siempre de calidad. Y en estos ochos años he sido testigo de una sociedad que se ha pasado las noches fumando y tomando copas mientras el resto se preocupa de escalar posiciones políticas y/o económicas. Y bien lejos de aquella España que retrata Julio Llamazares. Pero nos da igual.

Y es que en El Junco el tiempo se para. En El Junco el tiempo se ríe del reloj, el calendario se ríe de los fines de semana. En El Junco uno se entrega, perdido en una burbuja que seguirá en pie aunque el resto del mundo decaiga. En El Junco yo me río de la crisis, de los momentos de bonanza, de las prisas del mundo de la información, del descanso obligado de las vacaciones. Me río de todo porque sé que todo es efímero y que nada durará para siempre fuera de esas paredes en las que todo es tan ajeno a mí. Me río aún a pesar de ser consciente que varios de los años que la sala gana son años que me roba a mí. Y sin embargo en El Junco uno entra y se entrega. Porque allí el tiempo se para. Allí sólo hay música. Y puede que cigarrillos y copas. Para qué queremos más.

Desde Kulturtado te deseamos un feliz cumpleaños.

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